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lunes, 1 de junio de 2009

" Don Torcuato , Cuentame Tu Historia _II "

Un autoretrato de David Alfaro Siqueiros

Partes del famoso Mural Siqueiros
Natalio Felix Botana (Fundador del Diario Critica) (2)

SIN LUGAR A DUDAS NO PODEMOS SEGUIR AVANZANDO EN CONTAR LAS HISTORIAS DE LA CIUDAD DE DON TORCUATO , SINO INCLUIMOS EN EL CONTEXTO HISTORICO TAMBIEN A LOS PUEBLOS CONEXOS DE LOS ALREDEDORES , PARA ASI OBTENER UNA VISION O IMAGEN MAS PRECISA , CREO QUE DON TORCUATO NACIO POR DECANTACION NATURAL DE UNA NECESIDAD , JUSTAMENTE, LA DE UNIR O CONECTAR LOS PUEBLOS ALEDAÑOS , DE ESTA MANERA RESULTARA MAS FACIL DESARROLLAR ANECDOTICA Y CRONOLOGICAMENTE POSIBLE LOS HECHOS SUCEDIDOS PARA HACERLOS PRESENTES A TRAVES DE LAS LINEAS DE ESTE MODESTO BLOG…RECOPILATORIO.-

HAY TANTAS COSAS PARA CONTAR Y RECORDAR COMO POR EJEMPLO: PERSONAJES NOTORIOS QUE HAN VIVIDO EN NUESTRA CIUDAD , TAL EL CASO DE: NATALIO FELIX BOTANA (2) ,ROBERTO FIRPO(3) , ROSANA FALASCA(4) ,MARIANO MORES(5) ,POR MENCIONAR SOLO ALGUNOS.

EL DIRECTOR DE CINE LEONARDO FAVIO UTILIZO COMO ESCENARIO NATURAL POR ASI DECIRLO LA FAMOSA TOSQUERA PROXIMA A LA ESTACION KM 26 , DONDE REALIZO EL FILME “NAZARENO CRUZ Y EL LOBO” (6) , TAMBIEN OTRO DIRECTOR ;ENRIQUE CARRERAS UTILIZO A LA MISMA EN SU PELICULA “HABIA UNA VEZ UN CIRCO” (7), COMO TAMBIEN LAS INSTALACIONES DEL CLUB EMPLEADOS BANCO MERCANTIL ,CON LOS ACTORES COMICOS ALBERTO OLMEDO , JORGE PORCEL Y GRAN ELENCO (8). NO PUEDO PRECISAR FECHAS PERO EN DICHAS EXCAVACIONES REFIRIENDOME A LA TOSQUERA SE ENCONTRARON RESTOS FOSILIZADOS DE CAPARAZONES DE GLIPTODONTES ANIMALES PREHISTORICOS PARIENTES DEL TATU CARRETA ACTUAL. VERDADEROS ANTIGUOS,PRIMEROS Y LEGITIMOS “HABITANTES” POR ESTAS PAMPAS TORCUATENSES.DICHOS CAPARAZONES FUERON TRASLADADOS PARA SU ESTUDIO AL MUSEO DE CIENCIAS NATURALES DE LA CIUDAD DE LA PLATA OPORTUNAMENTE PARA SU ESTUDIO Y ULTERIOR EXHIBICION…

MAS ATRÁS EN EL TIEMPO LOS TORCUATENSES SE VIERON CONMOCIONADOS AL VER SURCAR EN LOS CIELOS; LA VISITA Y “ATERRIZAJE” EN CAMPO DE MAYO AL FAMOSO DIRIGIBLE GRAF ZEPPELIN (9) ,TODO UN ACONTECIMIENTO PARA LA EPOCA… .-


La historia de Natalio Felix Botana, El Mural de Siqueiros y Villa "Los Granados"


( 2) Hay toda una apasionante historia detras de la vida de este personaje aqui bastan unos pocos ejemplos en relacion a su entorno : cita de WIKIPEDIA , la enciclopedia libre.-

Natalio Félix Botana Millares empresario periodístico uruguayo radicado en Buenos Aires, nació el 8 de septiembre de 1888 en Sarandí del Yí, Durazno y murió el 7 de agosto de 1941, en Jujuy, luego de una agonía de dos días producto de un accidente automovilístico.

Biografía

Nació en el seno de una familia de hacendados cuyas actividades comerciales se veían frecuentemente afectadas por las continuas guerras políticas que estallaban entre las dos grandes corrientes del país: Blancos y Colorados. Era militante del Partido Blanco.

Llega a Buenos Aires en 1913 y comienza a trabajar en diferentes redacciones hasta que llega a La Razón y muy pronto se gana un lugar en la historia del periodismo argentino al fundar cuando tenía 25 años el diario Crítica. Fue un personaje tanto amado como odiado pero todos están de acuerdo que revolucionó el periodismo en ambas márgenes del Río de la Plata.

El diario fue innovador al dejar la solemnidad y elegir un lenguaje popular mezclando sensacionalismo, denuncia y artículos de varios escritores como Raúl González Tuñón, Roberto Arlt, Jorge Luis Borges, Enrique González Tuñón, Carlos de la Púa, pasando por notas del físico Albert Einstein o el Premio Nobel George Bernard Shaw, entre otros. Tenía un gran olfato para seleccionar temas de interés para el público masivo.

Su fastuosa quinta de Don Torcuato fue visitada por los personajes más famosos de la época, desde Pablo Neruda hasta José Ortega y Gasset, y tenía un mural pintado por el mexicano David Alfaro Siqueiros en el que aparecía desnuda Blanca Luz Brum, esposa de Siqueiros y, al parecer, amante de Botana.

Casado con la escritora Salvadora Medina Onrubia; su hija Georgina fue la madre del humorista y escritor Raúl Taborda Botana,conocido con el seudónimo de Copi.

Juicios literarios

Leopoldo Marechal, en su novela Adán Buenosayres, lo condena al séptimo círculo del infierno y lo muestra como el jefe absoluto de una rotativa gigante cuyos rodillos devoran y aplastan hombres hasta convertirlos en papel. Aparece confesando cómo, en una noche de póker, aburrido, se dedicó a contar los fósforos que contenía una cajita de cartón. Descubrió que contenía uno menos que los 45 prometidos y logró que la empresa fabricante pagara fortunas con tal de que la noticia no llegara a la primera plana del diario.

Pablo Neruda en Confieso que he vivido,narra una aventura "cósmico-erótica" que tuvo como escenario la quinta Don Torcuato de Natalio Botana. Él junto a Federico García Lorca habían sido invitados a una cena (de la que se escabulle Neruda con una dama cuyo nombre no revela). Neruda retrata así a Botana: "rebelde y autodidacta, había hecho una fortuna fabulosa con un diario sensacionalista. Su casa era la encarnación de los sueños de un vibrante nuevo rico.(...) Natalio Botana, capitalista poderoso, dominador de la opinión pública de Buenos Aires".


(Publicado por "24 Conurbano OnLine")
La Quinta en Don Torcuato

En esas catorce manzanas que Botana compró al ex presidente e íntimo amigo, Marcelo Torcuato de Alvear, para construir "Los Naranjos" y los sets de los Estudios de Cine Baires, se ofrecían cenas de gala, servidas en vajillas de plata mexicana: aún queda una ponchera y una fuente. Allí estuvieron, entre otros, Federico García Lorca, Rafael Alberti, María Teresa León, Alcalá Zamora, Arturo Alessandri, que fue presidente de Chile, después de una agitada campaña electoral que en parte financió Botana. Alessandri lo retribuyó con su amistad y el obsequio de unas tallas de toromiro y un pescado rongo-rongo de la Isla de Pascua que aún se conservan.

El poeta granadino García Lorca debió estar tres meses enyesado porque, estando en lo alto de la torre de agua de la gran piscina, cayó por la escalera de caracol. Era una noche estrellada, y García Lorca, enamorado su espítitu e inflamado su cuerpo, se había distraído inventándoles bellos versos a un espigado jovencito. El otro andaluz, Rafael Alberti, junto a su mujer María Teresa, también gozaron de la generosidad de Botana.

La pareja hacía colectas para los niños españoles exiliados en la Unión Soviética, después de la derrota de los republicanos por las fuerzas del franquismo. Según Tito, Alberti y María Teresa gastaban las contribuciones en vivir bien en la Argentina. Antes de que estallara la Guerra Civil española, Botana— que donaba fuertes sumas de dinero a la República—, viajó con su familia a Madrid, invitado de honor del presidente Manuel Azaña. Después estuvo con Miguel de Unamuno, en Salamanca, y fue recibido en el puerto de Vigo por toda la flota de pescadores que lo honraron poniéndole "Natalio Botana" y "Crítica" a dos callejuelas de la ciudad gallega.

Por la residencia de Don Torcuato también pasaron otros personajes, no menos ilustres pero más cuestionados, como el caudillo conservador bonaerense Alberto Barceló o el ex presidente radical Marcelo Torcuato de Alvear. Dicen que a Salvadora, Carlitos Gardel le cantaba en privado. Los Botana vivían como los millonarios finos y cultos que eran. Natalio era un lector fanático de Horacio, y su biblioteca estaba repleta de autores griegos y latinos.

Ya muerto Botana, y siendo Daniel Tinayre el director estrella de los Estudios Baires, Tito se encargaba de ordenar las cenas de etiqueta para todo el equipo de filmación. En una ocasión, Eva Duarte fue excluida del elenco por Tinayre. Al enterarse Tito, invitó personalmente a la que sería la primera— y única— gran dama argentina, y la sentó junto a él. Evita jamás olvidó este gesto, y cuando vivía con Perón en el departamento de la calle Posadas, Tito era un asiduo invitado de la pareja. Pero nunca aceptó los ofrecimientos para ejercer cargos públicos que le hizo el Presidente, que se desvivía por tener el apoyo de un diario popular como Crítica.

Al final, se acabaron las charlas sobre Maquiavelo, autor de cabecera de Perón. Y el general hizo intervenir el diario por su ministro de Información, Raúl Apold, y despojó a la familia Botana del edificio de la Avenida de Mayo al 1300, del de Salta, de toda la maquinaria, y nunca se hizo cargo del lucro cesante de sus trabajadores. Pero ésta es otra historia. Decía Tito que su padre siempre le auguraba: Algún día este país será gobernado por militares anónimos y oscuros.

Si París era una fiesta durante entre guerras, como describe Hemingway, el Buenos Aires nocturno tuvo sus dos décadas gloriosas, que se alimentaron con los redactores de Crítica: poetas y escritores como Nicolás Olivares, los hermanos González Tuñón, Conrado Nalé Roxlo, Roberto Arlt, Carlos de la Púa, Jorge Luis Borges, Ulises Petit de Murat, los hermanos Martínez Cuitiño, Arturo Mom, Carlos Fait... Muchos de ellos se reunían en el Café Tortoni, y después se iban a divertir al Tabarís, tomando champagne con éter junto a las bailarinas de las revistas porteñas. El periodista Alberto Rudni, ya fallecido, recordaba que Botana había conocido a su padre, ministro de Lenin, en una gélida estación de tren de la estepa rusa. El funcionario bolchevique recaló en Crítica como redactor especial. En 1941 murió Natalio Botana. Ahí terminó Crítica.

Y al final le pusieron Karavan


Karavan surgió gracias a la generosidad de Natalio Botana, el fundador del diario Crítica, que se la regaló a su hijo Elvio por su casamiento en 1937. Ocupó parte del predio que Botana le había comprado a Alvear para erigir su residencia en Don Torcuato, que se llamaba Villa Los Granados y que sí fue expropiada por Perón y luego demolida.
En su momento, Karavan y Villa Los Granados fueron dos quintas extremadamente lujosas. Y ambas contaban con colecciones de animales exóticos, incluyendo un león cachorro, llamas, alpacas, ciervos, un cóndor y 48 clases de faisanes.
Pero una de las quintas se demolió y la que ocupa Menem guarda un triste recuerdo de su pasado esplendoroso. Por empezar, la avenida Alvear se convirtió en la ruta 202 y con ella llegaron los colectivos que perturban la tranquilidad del jardín donde el ex presidente se sienta a leer biografías de próceres históricos. Además, la zona no tiene agua corriente ni cloacas, lo cual ya generó inconvenientes en el inicio de la estada del ex mandatario.
Natalio "Punto" Botana -hijo de Elvio y nieto del fundador de Crítica- pasó sus primeros años en Karavan y todavía vive en Don Torcuato. "Está azorado por la cantidad de prensa que rodea a su antigua casa", comentan quienes lo frecuentan. Y no es el único vecino de la zona sorprendido por la fama adquirida por el barrio en estos últimos días.
Una lona verde la cubre ahora de las miradas indiscretas, pero la quinta de Don Torcuato donde Carlos Menem eligió pasar sus días de preso tuvo siempre debilidad por los misterios que rodean al poder.
El primero de ellos es a quién pertenece. Pese a que la habita desde hace más de 30 años, Armando Gostanian no declara a Karavan como propia. El dato surge de la declaración jurada de bienes que el amigo de Menem entregó al abandonar su cargo como titular de la Casa de Moneda. Allí blanqueó un patrimonio abultado, más de 11 millones de pesos, pero no figura la quinta. Tampoco está a nombre de su mujer, Susana Djebalian.
La indefinición sobre su propiedad se suma a la historia de intrigas que rodea a esta quinta de 6000 metros cuadrados que se construyó en terrenos comprados al ex presidente Marcelo T. de Alvear. Publicado por "24 Conurbano On Line ""

Los Proximos Pasados

Por Horacio Bernades (Comentarista de Espectáculos de Pagina 12)

Cómo querés que me emocione si de lo que yo conocí no quedó nada”, dice Gloria Machado Botana mientras recorre lo que alguna vez fue la quinta Los Granados, reducida ahora a un yuyal. En los años ’30, la quinta de Natalio Botana, legendario fundador del diario Crítica, estaba en la gloria. Su sobrina Gloria jugaba en el inmenso parque, mientras alguien pintaba un mural en el sótano. Se trataba de cierto mexicano en el exilio: David Alfaro Siqueiros, uno de los máximos exponentes de esa forma artística y del arte latinoamericano en general. La quinta ya no está; el mural tampoco. La trágica y apasionante historia de ese fresco –donde parecería haberse materializado la mutua admiración y rivalidad que unió y separó indisolublemente a Siqueiros y Botana– es la que Los próximos pasados reconstruye, desplegando en ese movimiento hasta sus más ínfimos pliegues. Al hacerlo, echa luz sobre unos personajes más grandes que la vida, sobre una época entera y sobre la implacable manera en que el tiempo, la desidia, la desmemoria, pueden pulverizar las obras de los hombres. Aun aquéllas que parecerían nacidas con destino de eternidad.

Primera obra en solitario de Lorena Muñoz (que cuatro años atrás codirigió, con Sergio Wolf, la igualmente notable Yo no sé qué me han hecho tus ojos), Los próximos pasados es uno de esos documentales que parecerían arrebatarle a la ficción sus historias más fascinantes, hasta parecerse casi más a un film de aventuras que a un documental. No hay relato de aventuras sin un viaje de por medio y hay un viaje en el medio de Los próximos pasados, ganadora del Premio de la Crítica cuando se presentó, el año pasado, en la competencia oficial del Bafici. Directora y guionista, Muñoz (Buenos Aires, 1972) tuvo la idea de convocar en lo que quedó de Los Granados a un grupo de personas, y es ese viaje en tren el que sirve como eje a la película. Los que viajan son los hijos de Antonio Berni y Juan Carlos Castagnino, cuyos padres fueron, junto a Lino Enea Spilimbergo, ayudantes de Siqueiros en 1933, cuando el mexicano consumó su Ejercicio plástico en Don Torcuato.

Habituado, como sus cofrades Rivera y Orozco, a incorporar a la obra el espacio físico en el que ésta se inscribe, la idea de Siqueiros, cuando Botana le propone el aparente absurdo de pintar un mural en un sótano, es francamente genial. Con una mujer desnuda y un alumbramiento como motivos centrales, Ejercicio plástico deberá extenderse por las cuatro paredes, el techo y hasta el piso de ese estrecho ámbito. Como los sucesivos propietarios de la quinta no resultaron precisamente dilettantes, el mural terminó –gracias a la más sofisticada ingeniería de(con)structiva– extirpado del sótano, trozado y metido en varios containers, a merced del frío, el calor, la humedad y el agua. Ahí está todavía Ejercicio plástico, en esos containers, en un depósito de grúas de San Justo, tan inexpugnable como la Xanadú de Charles Foster Kane.

La historia admitía mil abordajes y la decisión de Muñoz fue la más sabia: no elegir uno, sino todos. Así se delinea la figura de Botana, suerte de tycoon hollywoodense a quien evoca el escritor Alvaro Abós, tanto como la del propio Siqueiros, que perora en off su credo artístico. Asoma el fantasma de Blanca Luz, femme fatale que engaña al artista con Botana y al magnate con Neruda, mientras García Lorca hace de “campana”. Se dibuja al sesgo, con Los Granados como espacio físico, una cronología de la clase pudiente argentina. Teniendo en cuenta tanto la época (los años ’30) como la condición de militante comunista de Siqueiros, parece absolutamente pertinente que un montaje de atracciones, del más puro cuño eisensteiniano, sea el que exprese una lucha de clases en el terreno artístico. Mientras se oye la ardiente voz del mexicano, llamando a expropiar para el arte las paredes de la ciudad, lo que se ve son esos mismos muros hoy en día, capturados para siempre por la publicidad.

Si el abordaje es múltiple, también lo son las técnicas utilizadas, combinando narración en tiempo presente, entrevistados hablando a cámara y un rescate obsesivo de material de archivo, que va desde los noticieros de época hasta las filmaciones familiares en súper 8. Todo ello arma un continuo de asombrosa homogeneidad. Pero además y como modo de reponer, por vía del simulacro, lo que el tiempo aniquiló, un grupo de artesanos construirá una réplica del famoso sótano y el famoso mural. Por el interior de esa maqueta se pasea la cámara, teniendo por única compañía la exquisita música original de Pedro Onetto, para cerrar Los próximos pasados con la más pura y melancólica poesía visual. Narrarlo todo y a gran escala, utilizando las técnicas más variadas y los materiales más disímiles: es como si la propia película y su realizadora hubieran sido poseídas por el espíritu de David Alfaro Siqueiros, que anduvo un tiempo por Buenos Aires, allá por 1933.""